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miércoles, 16 de noviembre de 2011

CURSO COMPLETO DE POLITICA

Por: Rafael A. Arbelaez G.

El objetivo fundamental de esta lección sobre política no pretende más que intentar evitar al lector (hipotético aspirante a politólogo o congresista), la extensa, y sin lugar dudas la inútil teoría jurídico político económica, que abunda en cualquier biblioteca de cualquier universidad de cualquier país.
En realidad el lector no tiene que ser un ilustrado en derecho constitucional, un doctor en el estudio de la evolución de las ideas políticas, un historiador o un economista. Sin embargo, quien tenga la fuerza de voluntad para terminar estas líneas colmadas de gran sabiduría, debe presentar, como es apenas lógico un alto grado de disposición y aceptar que quien escribe es una reconocida autoridad en la materia que hoy nos ocupa.
De esta manera el principal objetivo es que tan pronto concluya la lección, el aprendiz a pesar de su aterradora ignorancia, aprenda a presumir que sabe de política, economía y derecho, que es por lo general lo que sucede con todo aquel que dice saber de política, economía y derecho.
La regla fundamental consiste en hablar como los que tampoco saben, pero hablan como si supieran.
Para lograrlo es importantísimo conocer algunos términos despistadores y sutilmente pronunciarlos durante esas apasionantes conversaciones politiqueras. Algunas de estas palabrejas mágicas son: Constitución, Gobernabilidad, Legitimidad, Coyuntura, Proceso, Normatividad y otras que salen a relucir cada vez que se reúnen los corrillos de expertos en hablar pendejadas.
Si su deseo es ratificar, su ahora vasto conocimiento, debe aprender a diferenciar a un jefe de gobierno de un jefe de estado, un estado federal de un estado unitario, un primer ministro de un presidente, un régimen parlamentario de un régimen presidencial, un Estado de una Nación, un país de un Estado, el país político del país nacional, y otros términos muy parecidos pero completamente diferentes. En general todo este terminerio puede usted hallarlo a diario en cualquier periódico.
No se preocupe, no es preciso saber con exactitud el significado de cada una de las citadas palabrejas. Nadie lo sabe y absolutamente nadie lo pregunta.
El éxito radica en dejar caer cada término con indiferencia, como quien no quiere la cosa, y adornar la escena con un gesto de intelectual que evidencie su erudición.
Es conveniente elogiar a un político, ley o gobierno, haciendo a la vez algún reparo. “La constitución de 1991 introdujo al país elementos renovadores que lo encaminaron de una vez por todas hacia una democracia participativa, sin embargo, el hecho de que tantos años después no se haya reglamentado la revocatoria del mandato del presidente y los alcaldes representa un lastre inaceptable de las épocas de la democracia representativa”
No se preocupe, nadie le va a preguntar cuales son los elementos de una democracia participativa, ni qué diablos es revocatoria del mandato, ni mucho menos por que es un lastre inaceptable. Es más, probablemente otro tipo como usted agregue “Es cierto, la proclamación de esa Constitución y la reciente aprobación del tratado de libre comercio son los dos hechos políticos mas importantes en los últimos 50 años”
Es muy importante tener en cuenta que en la política e historia del mundo los militares gozan de un lugar privilegiado. Y cuando por algún cruel capricho del destino terminan dirigiendo el destino de sus malogrados países, su gestión resulta siendo, casi siempre, un dechado torpezas e ineptitudes. En el gobierno, a veces héroes casi siempre villanos, de izquierda o derecha, son peligrosos y plenamente antidemocráticos y la democracia es sagrada, incluso para los lamentables y vergonzosos congresistas de este continente olvidado por Dios.
Ojo, mucho ojo, hay que tener extremo cuidado, pues al ignorante en materia política se le conoce sobre todo por que recae con frecuencia en el temita de los dictadores. “A este país lo que le hace falta es un tipo de mano dura, un tipo que acabe con la politiquería, un Pinochet” O peor aún “Necesitamos un comandante en jefe, un líder, con sensibilidad social que acompañe la lucha de los pobres por una verdadera revolución en nuestros países”
Cualquiera que diga saber de política no puede defender jamás a un dictador o a un populista y muchísimo menos a un dictador populista (como los del vecindario). Se valen de cualquier argucia para prolongar indefinidamente su gobierno, son autoritarios, expropiadores, clausuradores de medios de comunicación, capaces de cambiar constituciones. Pueden incluso feriar el escaso presupuesto nacional con tal de lograr sus mezquinos intereses y seguir comprando las conciencias de sus vecinos y áulicos mientras engordan sus voraces billeteras. El indocto en materia política se le reconoce por que valora como buenas esta clase de bestias y de bestialidades. Más bien aproveche temas tan polémicos para sacar a relucir su gran conocimiento, su talante demócrata y ese estadista frustrado que con seguridad lleva entre pecho y espalda.
Es muy importante recordar los nombres de los funcionarios de moda. Presidentes y ex presidentes. Ministros, Fiscales, Congresistas y Magistrados. Cabe anotar que entre más desconocido sea el aludido, mas conocimiento se demuestra. Si su histrionismo es suficiente puede referirse a ellos con cierta familiaridad (Juan Manuel, Hugo, Álvaro y si vienen al caso George o Bill)
No sobra estar al tanto de los noticieros, periódicos y revistas. Pues aunque resulte difícil de creer su información puede ser valiosa y puede contribuir a mantenerlo al tanto de lo que pasa en el mundo.
Si sus pretensiones van mas allá, podría correr el riesgo leer un par de revistas de ciencia política, economía o derecho, así podría hacerse pasar por congresista o ex ministro. Procure utilizar términos “elevados” pues ellos le permitirán hacer sus comentarios lo suficientemente equívocos como para decir mucho y no decir nada, que es básicamente el oficio de nuestros precluidos políticos.
Es importante recordar que no se debe criticar o alabar nada de manera contundente. Pues lo único que lograra será poner en evidencia que usted no ve más allá, o más acá, eso no importa.
Si logra seguir fielmente esta lección, mi querido lector, usted estará preparado para ingresar al fascinante y folclórico mundo de los tinterillos Uribochavistas o Castropiñeristas que hacen metástasis en nuestras ciudades y en los parlamentos de nuestros países. Ahora podrá aspirar a ser embajador, diputado o ministro. Pero si la suerte de verdad le sonríe tal vez pueda llegar a realizar su propia campaña presidencial, ser Vicepresidente o recibir tratamiento para el cáncer en Cuba.

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