Por Sheyla Dallmeier*
Toda campaña política – electoral se compone de dos grandes bloques estratégicos: el comunicacional (donde se ve involucrado imagen, mensaje, etc.) y el de movilización (donde sumamos todos los esfuerzos de movilización del elector). Una no puede subsistir sin la otra, y juntas logran hacer que cualquier campaña electoral tenga mayores probabilidades de culminar con éxito (claro está, si ambas estrategias están bien enfocadas y responden a la realidad política del momento). Por ahora, nos vamos a referir al segundo bloque, al de la movilización electoral o lo que hemos denominado “la campaña terrestre”.
Las estrategias de movilización del elector deben en buena medida soportarse en el trabajo de los miembros de nuestra campaña electoral. El estado ideal es que se haga a través de los militantes de la organización política que nos respalde, sin embargo, como es sabido en Latinoamérica las estructuras partidistas han ido en minusvalía, reduciéndose a organizaciones sin base popular, lo que en ocasiones dificulta la labor de movilización política-electoral en campañas. Ecuador no es la excepción, coexisten un sinfín de organizaciones políticas las cuales en su mayoría no concentran una militancia significativa, motivo por el cual, cualquier estrategia de movilización electoral debe iniciarse con suficiente antelación a la fecha electoral, para que pueda tener el éxito esperado.
La realidad política partidista de nuestros países nos obliga a aplicar técnicas y estrategias de movilización electoral que ya no dependan de la escasa militancia con la que se pueda contar, sino que sume la mayor cantidad de voluntarios y simpatizantes de nuestras ideas, convirtiéndose en los multiplicadores de nuestro mensaje y de nuestra campaña.
Las tendencias modernas en movilización del elector nos indican que este trabajo terrestre se debe comenzar con la mayor antelación posible al día de las elecciones, para lo cual se debe formar un nutrido grupo de movilizadores, quienes además de estar comprometidos con nuestra causa, deben manejar herramientas de oratoria, persuasión y conocer a profundidad nuestra propuesta de gobierno, ya que cada uno de ellos será la extensión en las comunidades del candidato en cuestión.
La movilización del elector, no se puede ver como un elemento de último minuto en la campaña, por el contrario, debería ser el inicio de toda campaña. Se dice que en campaña electoral la única actividad que genera votos efectivos es el contacto directo con el elector, y esto solo se puede lograr contando con un grupo de movilizadores formados y con herramientas para tal fin. Se piensa que estructurar un grupo así y mantenerlo durante un tiempo prolongado en las calles haciendo la labor de contactar al elector podría resultar muy costoso para la campaña, pero la realidad nos indica que si se comienza con suficiente antelación con el trabajo de contacto directo, se puede abarcar más sectores, se puede contactar más número de veces a un mismo elector, logrando así su efectivo voto y todo esto con menos gente que si se pretende implementar a última hora un programa de movilización electoral, en donde tendríamos que emplear a una mayor cantidad de movilizadores para abarcar la mayor cantidad de zonas y contactar al menos una vez a cada elector. Vale destacar, que actualmente estamos hablando de contactar entre 7 y 8 veces cada elector, para que este realmente se comprometa a darnos su voto, otro motivo más para comenzar una programa de movilización electoral con suficiente antelación.
Otra de las ventajas de contar con un programa de movilización electoral iniciado con antelación, es la cantidad de información que logramos recabar de nuestros electores. La tendencia en campañas electorales va cada vez más hacia la personalización de éstas, llevar mensajes a microtargets de la población electoral que se ciñan a las necesidades y expectativas de cada uno de ellos. Mediante la implementación de programas terrestres de campaña, podemos ir estructurando una base de datos valiosa para el posterior diseño de mensajes personalizados, e incluso definir la orientación de los mensajes del candidato por sectores, por targets, etc. La información que podamos obtener a través de nuestros movilizadores nos darán las herramientas necesarias para construir el modelaje de nuestros electores, sus gustos, necesidades, expectativas, etc. Contar con una base de datos fidedigna nos da el respaldo para iniciar campañas masivas, pero orientadas a cada target en específico, hace sentir al elector que el candidato realmente lo conoce, lo que a su vez se traduce en confianza del elector. Hay que recordar que en nuestros tiempos ya no se trata de que la gente sepa de política, sino de que el político sepa de la gente.
Como reza el famoso dicho “no planificar es planificar el fracaso”, el manejo oportuno y objetivo de la información de nuestra masa electoral nos dará la oportunidad de planificar campañas exitosas, ya que tendremos la ocasión de llegarles al corazón del elector. Allí radica la importancia de la campaña terrestre, en que nos da la oportunidad de poder llegar a un mayor número de electores, conocerlos, hablarles, estructurar mensajes dirigidos personalmente y finalmente lograr el compromiso de voto seguro para nuestro candidato.
En el caso de Ecuador, se justifica más aún la implementación de una estrategia terrestre anticipada. En un país donde en la última década los partidos tradicionales perdieron credibilidad y donde la oposición no está articulada. Es más que necesario implementar estrategias que lleguen al elector, que nos permitan conocerlo a fondo y en esa medida poder diseñar mensajes e ideas que contrarresten la actual situación política e incluso sociológica del Ecuador. Las tendencias socialistas en Latinoamérica han venido tomando espacios precisamente porque no han existido contrapartes que las ataquen, los partidos tradicionales se desconectaron de la realidad de las sociedades y estas tendencias populistas y en apariencia equitativas, ganaron espacios hablándole a la gente al corazón. Resulta vital, por no decir urgente, la articulación de movimientos de electores que persigan conocer la psiquis del elector, que conozcan sus necesidades y que mediante la creación de un banco de datos fidedigno se pueda estructurar mensajes directos que vayan trabajando el compromiso del elector con alguna idea o candidato político, bien sea en el mediano o largo plazo.
Existen diversos ejemplos de implementación de programas de movilización electoral en Latinoamérica, cada uno de ellos se rige por las características propias de las sociedades en donde se llevan a cabo, y responderán a la idiosincrasia del electorado en cuestión.
A continuación hablaremos de algunas experiencias de movilización de electores desde el plano territorial que se han implementado en Campañas en Venezuela, Colombia y México.
Caso Venezuela: Lucha de Titanes.
El caso de Venezuela requiere particular atención, sobre todo entre los ecuatorianos, dado que por un profundo y rotundo abandono de las organizaciones políticas tradicionales surge como opción válida entre los venezolanos la presencia y posterior asunción al poder de un régimen socialista autoritario que ha socavado todos los poderes públicos y crea un clima totalmente desproporcionado al momento de hacer campañas electorales. Por muchos años, posterior a la toma del poder democrática por la actual administración venezolana, las organizaciones políticas que se denominan de oposición no lograron articular mecanismos efectivos de movilización de votos, no trabajaban al electorado, se limitaron al uso de la política a través de los medios de comunicación, lo que generó un escenario abstencionista que sólo perjudicaba a la oposición misma.
Sin embargo, existen ejemplos aislados en campañas locales donde se demuestra la efectividad de la utilización de estrategias de movilización de electores. Tal es el caso del Municipio Carrizal del Estado Miranda. Este Municipio ha permanecido en manos de alcaldes opositores al Gobierno actual venezolano, en gran parte porque elección tras elección siempre se han implementado programas territoriales de campañas electorales, denominados Plan 1x10. Estos programas lo que consisten es en lograr captar líderes locales que a su vez generen pirámides de electores comprometidos con un candidato en particular. Estos planes implican que los movilizadores deben medir el compromiso de sus electores a través de varias actividades organizadas por ellos. Entre las actividades que con frecuencia se planifican están reuniones en sus casas con los vecinos, jornadas de entrega de material de campaña, asistencia a mítines políticos o actos públicos relacionados con la campaña o el candidato, etc. Estos planes son perfectamente auditables y en su mayoría, los datos que se van recolectando a través de las planillas del 1x10 se cruzan con el Registro Electoral Permanente, permitiendo de esta manera depurar la base de datos que se está generando con solo electores del sector.
Estos planes generalmente se comienzan a implementar a inicios de la campaña, para dar tiempo de generar las actividades que nos permiten medir los compromisos, y reforzar aquellos sectores o grupos de electores que no estén convencidos. El día de la elección, se prepara una centro de operaciones desde donde se maneja la base de datos de los lideres que manejan sus diez electores y en conjunto con los coordinadores de cada centro de votación (quienes manejan copia de los cuadernos electorales) se lleva el control, cada hora, de cuantos electores captados han asistido a las urnas, permitiendo en tiempo real ubicar a los lideres quienes sus electores no hayan asistido para que los motiven aún más a que vayan a votar. Un factor elemental en el día de las elecciones lo constituye haber organizado previamente un grupo de vehículos a disposición del programa de movilización, la idea es no dejar nada al azar ni a la improvisación, sino tener cubiertos todos los eventos que se puedan presentar el día D. Este mecanismo de movilización electoral ha permitido que en este Municipio en Venezuela en particular se haya mantenido el gobernante por dos periodos continuos.
Vale destacar, que estos programas de movilización deben contar con una parte importante de la organización de la campaña, así como con los recursos necesarios para poder implementarlos. Parte del éxito que puedan tener estos mecanismos de movilización electoral, guarda estrecha relación con el compromiso que desde el comando de campaña (incluido gerente y candidato) tengan con el mismo. Es un pilar fundamental de la campaña tan valioso como contar con una adecuada campaña publicitaria. En muchos sentidos se retroalimentan ambas estrategias.
Es importante acotar que, en Venezuela, este modelo de movilización electoral es puesto en marcha también desde las campañas oficialistas, incluso, en la campaña para las elecciones de septiembre/2010, la primera parte de su campaña de medios estuvo destina a la promoción de su plan de movilización territorial del voto. En el Chavismo, los programas de movilización incluyen la figura del “Patrullero” quienes son los encargados de conseguir el compromiso de los electores y formar “Patrullas” (grupos de electores) a favor del oficialismo. La forma de funcionamiento de estas “Patrullas” es la siguiente: se conforma una unidad de Patrulla por cada mesa electoral existente en el País (la organización electoral es por centros de votación y cada centro está conformado por un número x de mesas de votación), cada una de estas unidades estará conformada por un Jefe y 50 Patrulleros quienes a su vez tienen la responsabilidad de manejar 10 electores y comprometerlos con su voto. Los militantes del PSUV (Partido de Gobierno), aspiran tener en la calle la cantidad de 1.830.150 patrulleros que a su vez movilicen 10 votos. Como se puede observar, esto constituye un esfuerzo de organización y movilización de grandes magnitudes.
Una observación importante es que en Venezuela los cuadernos de votación así como el Registro Electoral Permanente son de uso público para las organizaciones políticas, por lo que facilita la implementación de estos planes de movilización electoral. En el caso de las Patrullas y en muchos casos de la oposición, se les entrega a cada movilizador copia de los cuadernos de votación de cada mesa electoral junto con la copia del REP (Registro Electoral Permanente), en donde aparecen los datos de ubicación de cada elector. Es así, como cada movilizador podrá ubicar a diez electores y comenzar el trabajo de persuasión y compromiso de voto.
Como se puede observar, es un trabajo minucioso y que involucra en el caso del oficialismo en Venezuela a toda la maquinaria partidista a favor del Gobierno, lo que significa una ventaja sobre la organización que pueda generar la oposición, que en su mayoría se basa en voluntariado. Sin embargo, es un hecho probado, que con antelación, esfuerzo y organización se puede estructurar un programa de movilización efectivo aún sin contar con el apoyo de una maquinaria partidista solida, pero si con mucho trabajo político de calle y formación de movilizadores comprometidos.
Caso Colombiano: Girasoles vs Movilización
El caso colombiano es bien particular, la campaña presidencial del 2010, tuvo un amplio desarrollo mediático para todos los candidatos, logrando polarizar entre Antanas Mockus y Juan Manuel Santos, quienes la última semana de mayo lideraban la primera vuelta. Al llegar a Colombia y con un panorama de empate técnico –según la mayoría de las encuestas que se manejaban- no cabía duda que solo un plan de movilización electoral podía marcar la diferencia entre uno y otro candidato, y hasta donde sabíamos no existía ningún plan de movilización, por lo que desde el mismo instante y a horas de la primera vuelta electoral se comenzó a planificar la implementación de un plan al estilo 1 x10 que ya explicamos líneas arriba en el comando de Juan Manuel Santos.
Hay que destacar que Colombia tiene un registro electoral cercano a los 30 millones de electores, 32 Departamentos y 1120 Municipios, por lo que implementar un programa de movilización electoral en 20 días significaba un reto de magnitudes inimaginables. Aun con el tiempo en contra comenzamos la marcha del plan. El primer paso fue identificar entre lo que contábamos una estructura que nos sirviera de distribución de las planillas del 1x10. Dimos con una Oficina que habían denominado Mercadeo del Día de Elecciones, que para nuestro agrado contaba con coordinadores por Departamentos, lo que podía facilitar el despliegue de la operación a nivel nacional.
Fueron muchos los inconvenientes técnicos a los que tuvimos que enfrentarnos, comenzando por todos los niveles de la campaña que debían aprobar el diseño final del formato, lograr los convenios con las empresas que nos iban a colaborar, la asignación de los recursos económicos para la implementación del plan, etc. Todos estos procesos restaron días valiosos para la ejecución del programa.
Ya con los resultados de la primera vuelta a favor (con un amplísimo margen), la presión del plan de movilización cedió un poco, en virtud de lo que se debía hacer era asegurar la asistencia igual o superior a lo logrado en primera vuelta, y el plan de movilización tuvo un giro al convertirlo en un plan de adhesión al Gran Acuerdo de Unidad Nacional, tema comunicacional principal de la segunda vuelta electoral de nuestro candidato.
A través de la capacitación de los 32 Coordinadores Departamentales y la unión del programa con una serie de giras del candidato por el interior de Colombia, se dio inicio al despliegue de un millón de planillas del 1x10, todas numeradas correlativamente lo que nos permitió hacer seguimiento a través de un formato de recibo de todos y cada uno de este millón de planillas. Es importante señalar que dado que el formato apelaba a la adhesión al Gran Acuerdo de Unidad Nacional, se involucraron en el programa a todos los Senadores, Representantes, Alcaldes, Diputados, Concejales, y representantes de los Partidos Políticos que apoyaban la opción de Juan Manuel Santos. Estos formatos se traducirían en 10.000.000 millones de firmas a favor del Gran Acuerdo de Unidad Nacional. Con la ayuda de una plataforma web, un call center y la colaboración de una empresa de envíos comenzamos la recolección de la data a solo 10 días de la elección final.
Cabe destacar que este plan –aun cuando en la práctica no se adaptó a los métodos de un plan de movilización electoral en tanto no fue su principal función- logro motivar toda la segunda parte de la campaña electoral en Colombia, y permitió que el triunfalismo no se apoderara de los electores. La base de la campaña electoral se motivó y movilizó en todo el territorio nacional buscando la mayor cantidad de firmas a favor de la idea del actual Presidente de Colombia Juan Manuel Santos. Fue una experiencia que además permitió identificar una plataforma de cerca de 500.000 de líderes políticos natos de las comunidades. Sin duda alguna toda una oportunidad de crear militancia política dentro del partido del gobierno actual en Colombia.
La implementación de un programa de movilización electoral a solo 20 días de una elección, fue sin lugar a dudas una decisión arriesgada pero bajo ningún concepto equivocada. El éxito de cualquier campaña electoral tiene una estrecha relación con la planificación que se haga en la misma. Muy a pesar de que los números favorecían la opción de Juan Manuel Santos, cualquier acción que ayudara a mantenerlos e incluso aumentarlos iba en la dirección correcta. Claro está, que siempre la recomendación del consultor girará en torno a la idea de comenzar con la mayor antelación posible los planes de movilización electoral, en tanto que con tiempo se logren resolver los inconvenientes que puedan surgir en la implementación del programa, se obtenga un mayor compromiso del elector al llegarle más veces y con mensajes mas personalizados, todo lo cual redunda en la posibilidad de un desenlace exitoso.
*Politologa, especialista en Comunicación Política y Opinión Pública
No hay comentarios:
Publicar un comentario